Puedes buscar el sentido de la vida en
las cosas más sencillas: la cocaína,
el alcohol, alguna puta,
el triste cigarrillo.
También puedes encontrar el
sentido de la vida en
otros cielos más profundos: los clavos
de Cristo, la hoz y el martillo,
la aromaterapia o la poesía.
Pero si, en realidad, deseas ferozmente
hallar
el sentido de la vida
-el desnudo miedo que llaman destino-
tan sólo ve y
mírate al espejo:
ese muerto que dulcemente te sonríe,
tiene todas las respuestas.
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